sábado, 4 de marzo de 2017

Los bastones telescópicos, las normas de seguridad aéreas y el amigo que te espera en destino. Puig Campana (Alicante) - Hamlet

La isla de Benidorm desde el puerto de la ciudad.

Escapadita a Alicante para un finde alargado como buenamente permite el calendario laboral de una trabajadora en activo. Billetes cogidos con más de dos meses de antelación en esas condiciones tan flexibles que te ofrecen las compañías aéreas: no se permiten cambios ni modificaciones. Así que cuando llevas la ilusión como motor, pero las condiciones físicas mermadas, encomiéndate a quien más confíes pero no a una compañía aérea.

Viajar en avión puede ser todo un coñazo; suponer todo un descalabro. Llegar al aeropuerto con tiempo para preguntar en seguridad si está permitido llevar en el equipaje de mano unos bastones de trekking (pues no, señora) y tener que recurrir a los amigos que te han acercado al aeropuerto para que se queden con ellos en depósito. Mientras, te preguntas cómo vas a arreglarle sin ellos con tan mala pata y llevando tan mal la pata.


Isla de Benidorm o Isla de los Periodistas.

El caso es que el día de nuestra llegada a la ciudad, explicándole a la Reineta la leyenda de la Isla de Benidorm, encontramos en Google otra diferente a la que yo sabía y que nos proporcionaba una meta más a sumar a las que ya llevábamos: visitar la isla. Objetivo que no pudimos finalmente lograr debido a las mediocres condiciones medioambientales y a que no había servicio de barcos los domingos. Ahí es ná. 

Resumiendo de forma muy breve, el llamativo tajo del Portell, ese trozo de roca que le falta al cresterío del Pic Prim, no es otro que la citada isla. Y la causa de ese formidable tajo, el origen de esa pequeña isla, no fue otro que el amor que sentía el gigante Roldán por su amada. Puesto en aviso de que la muchacha moriría al ponerse el sol, cuando el último rayo tocase la cabaña en la que los enamorados vivían, al objeto de alargar un poquito más la vida de su compañera, Roldán rompió de un puntapié la montaña para dejar pasar aunque fuese por un momento fugaz los rayos de sol que la mantendrían con vida. Y aquella roca fue a parar al mar y allí viven para siempre los dos enamorados.

El Puig Campana y su tajo desde el puerto de Benidorm.

Así que nos fuimos desde Benidorm, a donde llegamos en bus, hasta la Font del Molí, Finestrat, en ¡taxi! por 20 euritos de nada. Que como era domingo la tarifa cambiaba. Al comienzo de la calcetinada, nos acercamos a un panel informativo y… allí estaba él esperándome, para dar comienzo a una efímera pero intensa amistad de esas de no olvidar en lo que te queda de vida. Un rudimentario palo de madera, sacado de no sé qué bendito tipo de árbol, y que en mi fantasía desbocada habría subido ni sé las veces el Puig Campana, aguardaba mi llegada para agarrado a mi mano ayudarme a alcanzar el punto más alto de la montaña. Y luego hay quién no cree en las casualidades.


Font del Molí


Ahí estaba él esperándome.

Las posibilidades para subir el Puig Campana son varias. Está el ascenso por el Carreró o pedrera, que hoy en día se señala como el kilómetro vertical, o bien rodearla completando una circular con ascenso a su cima. Tomando como punto de partida la Font del Molí (Finestrat), muy frecuentada por los lugareños que acuden con montones de recipientes para beneficiarse luego en sus casas de sus aguas, los accesos están perfectamente balizados. Aquí empieza la PR-CV 289.

Nosotras dimos la vuelta en dirección contraria a las manecillas de reloj. Esta “mitad” es algo más larga que la que va hacia el W y el terreno, sin ser difícil, es algo más complicado. Durante el trayecto pudimos ver entre la niebla la Mameleta y el skyline de Benidorm.

La Mameleta y el skyline de Benidorm.
Se pasa a escasos metros de la Cova del Cremat y por la Fuente de la Solsida. Llegamos al cruce de ascenso a la cima. Y nos acercamos hasta un nevero del s. XVIII, el Pouet de Neu. Desde el collado donde se une este sendero de subida con el llamado kilómetro vertical, Carreró o pedrera, trepamos a una cima del cordal que va al Pic Gros, pico más alto de los dos que forman el tajo de Roldán (el otro es el Pic Prim), porque nos atrajo la figura de una cruz recortada en el cielo. No obstante la subida a la cumbre queda hacia el otro lado, hacia la izquierda.

El tajo asomando entre la niebla. El único momento de la jornada en que nos permitió observarlo.


La fuente de la Solsida tenía agua.


Trepando a la cota de la cruz con la cumbre del Puig Campana de fondo.
El sendero rodea la parte cimera para ir subiendo cómodamente. En su punto más alto hay un vértice geodésico pero el buzón colocado por el Santutxu MT había desaparecido. Bajamos de nuevo al punto donde abandonamos la circular y acceder a la cima para llegar rápidamente al collado Pouet, con panel informativo. Aquí se tiene posibilidad de continuar hacia la localidad de Polop y subir, si se quiere, el Ponoig. Esa era la opción que nosotras preferíamos, pero la falta de horas solares pudieron más que nuestros deseos. Completamos la circular, pues, bajando por la vertiente contraria a la utilizada para la subida. Llegamos al refugio abierto y poco cuidado José Manuel Vera, para terminar después de unas seis horas de caminata en el mismo punto de partida.

Acertamos a localizar el tajo de Roldán desde el último tramo de subida a cumbre.
Los tres componentes de la cordada en la cima del Puig Campana.


Pouet de Neu, nevero s. XVIII



Refugio con el nombre del espeleólogo fallecido a los 23 años en el Hundidero (Sierra de Gata).

Despidiéndome de mi amigo.








Tocaba ahora despedirme de mi amigo. Y lo hice con pena, deseándole larga vida y muchas ascensiones tan placenteras como la que habíamos vivido el día que la casualidad nos puso a los dos en el mismo camino.



PS Ya, ya, no hace falta que me lo digas. Podría haberme comprado otros bastones en destino y, como buena bilbaína, después de un solo día de uso dejarlos para que los aprovechase otro. Pero una es nacida en Bilbao, pero muy apañada en gastos.




2 comentarios:

Luis Astola dijo...

Brillante, Mati.
Buenas fotos y preciosa historia, chispeante y socarrona, como siempre.
Te sienta bien el Mediterráneo...

hamlet dijo...

Ya me has sacado los colores, Luis. Q soy igual d torpe encajando los piropos q sorteando las críticas.
Y q quede claro q lo del taxi no es un farol. Tengo constancia fotográfica.